11.8.06

La mano que suscribe


La mano que ha escrito tanto, que ha dedicado horas al boli y al papel. La que después ha trabajado entre papeles, la que ha dedicado horas de su vida a encuadernar libros, la que los ha acariciado, y cogido para después olerlos con sumo éxito comprobando si el lomo estaba bien, si la guillotina estaba bien afilada. La que ha pasado por otros trabajos no tan gratificantes, pero los ha desempeñado con total seriedad, porque ella es quién me da de comer al fin y al cabo. La mano que ahora transcribe lo ya escrito al ordenador.
La mano que ha acariciado, la que ha recorrido poros de piel, la mano que sabe donde ponerse en el primer instante para arrancar una sonrisa pícara. La que tantas veces hizo dudar, la que hoy se viste de gala para presentarse ante vosotros y enseñaros las caricias que aun le faltan por dar, esa mano que vale un imperio y en la que no hay fallo.
Y la mano que cuando se enfada sangra, sangra de dolor, la que tiene heridas de muerte, lágrimas susurradas al oído, la que han retorcido, la que ha estado tantas veces vendada sin poder escribir, la gemela de la que se reventó contra una pared una fatal noche de enero, la que intentamos mantener firme para poder escribir.
Hoy se maquilla y se viste de gala para presentarse ante vosotros. Y lleva el anillo… Ese anillo para orientarnos en el laberinto que llevo en mi cuello…

Aunque este anillo no es el Anillo Único…

“Un anillo para Gobernarlos a Todos. Un anillo para encontrarlos. Un anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas.”

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